martes, 16 de noviembre de 2010

"Expulsan" del alfabeto a la ch y la ll

Una noticia alarma a los hablantes del español: la Real Academia Española (RAE) anunció que la nueva ortografía eliminará las letras ch y elle del alfabeto, suprimió acentos de ciertas palabras y renombró las letras y,b,v y z, entre otros cambios.
La información cundió en los medios, generó especulaciones, polémica y sensacionalismo en los titulares,  de cara a la nueva edición de la Ortografía del español, que aprobó la RAE (integrada por 22 academias nacionales de países de habla hispana), en su reunión de Guadalajara a fines de noviembre de 2010, en el marco de la Feria Internacional del Libro.
Motivados por la renovación de la lengua, a veces en sintonía con el uso de los hablantes y en el caso de los dos fonemas por razones lingüísticas poco claras, la RAE simplifica a 27 las letras del alfabeto, ubicando los dígrafos ch y ll en sus lugares dentro de las letras c y l.

Normas nada nuevas ni atinadas
Los cambios anunciados no son tan nuevos ni fatales para dos letras: son modificaciones que vienen desde 1999, año de edición de la anterior ortografía. Los usuarios del idioma se asombran con “la desaparición” de dos letras, lo cual motivó que el presidente venezolano Hugo Chavez ironizara que para seguir la norma de la academia de la lengua se llamaría Ávez. En México se comenta con sorna que ahora hay que irse a la “ingada” para que no “inguen” con ese verbo muy mexicano; que el estado de Chihuahua se llamará “Ihuahua”; se comerá “ile” en lugar de chile; “eniladas” en vez de enchiladas, y Xochimilco (shochimilco) se leería Xoimilco, Etumal será el nombre de la capital de Quintana Roo. Colombia no se queda atrás en lo sardónico: chulo se escribirá "ulo", chocha sería "oa", chévere va a ser "évere", chibcha se quedaría en "ib´a", la bebida fermentada de maíz chicha queda en "i´a", choque en "oque", chatarra en "atarra", Shakira en "Akira". Los argentinos ahora comerán urrasco en lugar de churrasco, y ya no se chantará sino que se antará, para referirse a golpear. El volcán Chimborazo será "Imborazo" para los ecuatorianos, el choclo (maiz) será "oclo" para los bolivianos y ya no habrán más choros (ladrones) sino oros. en Perú habrá "amas" en lugar de llamas y "olos" en lugar de cholos. En Cuba no habrá llevaitrae (chismoso) sino "evaitrae". Una lista inteminable de vocablos que se escriben con ch o elle, que en el ejemplo extremo nos lleva a pensar que la RAE erró, deslustró y opacó el idioma con algunas iniciativas escandalosas que normarán la ortografía de la lengua de Cervantes.
La unión del prefijo ex con la palabra que se use parece lógica, al igual que denominar ye a la y, e i a secas a la vocal, para desterrar por obra y gracia académica la denominación “y griega” e “i latina”, decisiones  que arrancan resistencia práctica a millones de hablantes que las conocieron con esas denominaciones.


Bautizos ilógicos de letras
Otra norma propuesta por los académicos es el nombre de las letras b,v y z, rebautizadas be, uve y ceta; sí, con c y no con la letra del mismo nombre como marca un sentido de lógica elemental. Y declararán ilegales los pedagógicos “motes” hispanoamericanos b grande y v chica, o b larga y v corta, denominaciones comunes en países latinoamericanos. En Argentina rechazaron la propuesta porque es una decisión verticalista y sin sentido común. Suena a esas antiguas prácticas prescriptivas y euro-centristas con respecto a las normas del idioma español. La w se denominará doble uve y no doble v como la conocimos millones de latinoamericanos desde la educación primaria, casi desde la cuna.
El caso de la zeta con c es como si defendiéramos que México se escribiese con x y el gentilicio con j, para ser “buenos globalizadores”. O como dejar en la fatalidad del atraso tecnológico el uso de la n en lugar de ñ porque las computadoras no traían la letra debido a su fabricación en países de idioma inglés. O como si hubiéramos permitido eliminar las vocales acentuadas, como se perfilaba en los inicios del uso de la computadora. O permitido que nos eliminaran los signos ortográficos iniciales de admiración e interrogación: ¡ ¿
 Tildes proscritas
Una eliminación polémica es el uso de la tilde en la palabra solo, debido a que tiene dos acepciones y puede causar confusión: “estaré sólo esta Navidad” es diferente a “estaré solo esta Navidad”, y ejemplifican una ambigüedad de significado y confusión sobre lo que se quiere comunicar con precisión.
Según la nueva norma ortográfica estos, esos, esos, aquel, etc, ahora se escribirán sin acentos (tildes) en cualquiera de sus usos, bien sea demostrativo o pronominal. Ejemplos: “Ese carro me gusta” y “ese no me gusta”.
Por ese camino, abierto eliminando dos letras para simplicar de acuerdo a enfoques globalizadores, el nombre de México podría abocarse a la antigua escritura con jota debido a que fonéticamente la x suena como j, práctica que hasta la fecha aún se estila de modo horroroso en países de Sudamérica.
Con la eliminación de los acentos ortográficos, tildes, en palabras como truhan, guion, o fie, el criterio va en contravía del uso en Hispanoamérica, donde se pronuncian en dos sílabas esos vocablos. De tal manera, ahora el error ortográfico será colocar la tilde, un contrasentido, evidentemente.
 Eliminar la tilde odiosa de la o entre números es ratificar una práctica que alguien inventó para justificar la claridad en la escritura de cifras: 2 o 3 muy difícilmente se confundiría con 203 por los espacios; en determinado contexto, o según la fuente que se use, pues el cero tiene una forma diferente a la vocal o. Entonces nada nuevo: 2 ó 3 era ilegal además de feísimo.
 A causa de que la letra q es de presencia mínima en el idioma y representa el fonema /k/, palabras como quórum, Iraq o Qatar se escribirán con la letra k. El vocablo latino se escribirá cuórum, aunque dicen los académicos de la RAE que si se prefiere usar la q, esta no llevaría tilde por ser tratada un extranjerismo (¡). Craso lapsus: Como si el latín no fuera el origen y componente primordial del español.
Los cambios no tienen nada de nuevo y no se ajustan a la antigua máxima de la Real Academia de la Lengua: “limpia, brilla y da esplendor”. Además, el idioma es un ser vivo que nunca ha cambiado por decretos ni normativas. La práctica idiomática va adelante de la academia, que en general tan sólo registra e incorpora los cambios generados en el habla por diferentes causas y circunstancias culturales y de índole histórica, social, geográfica, etc.
¿Será que estamos de vuelta a las imposiciones autoritarias en el idioma, un factor cultural que por fortuna es de las expresiones sociales más democráticas, cuyos cambios los determinan las mayorías aunque a veces no les gusten a los académicos?
En 1997, el escritor Gabriel García Márquez propuso, en el célebre discurso “Botella al mar para el dios de las palabras”, una serie de jubilaciones de letras y usos, como algunos de los anunciados ahora por la RAE. En ese entonces Gabo causó polémica en el mundo académico y literario. Era una opinión futurista para el español por parte del Nobel de Literatura colombiano, que hoy parece cobrar plena vigencia y vuelve proféticas sus palabras para el idioma de 400 millones de personas, de los cuales 100 millones son mexicanos.